miércoles, marzo 21, 2007

Nota del 2006 en revista La Otra


Aunque se derrumbe el universo, vamos a seguir vivos. Eso está bueno, a mí me mantiene vivo hacer canciones y tocar y todo eso. De hecho es lo único que hago y espiritualmente vivo de eso. No es que gane dinero, tampoco soy hippie. ¿Si no hago música, qué hago...?

- Es la mejor solución….

- La única, para mí... para otros puede ser ir a Internet a jugar o pintar.

Walter es el frontman que le encaja mejor a una banda como Placer. Del lado incorrecto de la sociedad, desde el costado romántico de ella, en donde el deseo de libertad es una constante en su voz juvenil y desgarrada. Si uno no conociera sus letras, la sensibilidad y el sufrimiento desde donde las escribe, si no entendiera su timidez alcoholizada y su febril tosquedad, aquella presencia tenebrosa podría causar miedo o espanto. Pero “Ñoqui” (tal es su apodo) es un muchacho sensible, perdido o golpeado por las vicisitudes de la vida, con ánimos románticos de rebelión y con errores, muchos errores, que lo hacen inseguro al momento de vivir, pero hermoso al expresar. Sufre la vida con pasión y, como ejemplar antihéroe que es, luego hace canciones con las que identificarse. En una actualidad artística tan frívolamente esteta, la simpleza de los Placer puede llegarte al corazón, lo cual es mucho más logro que cualquier vanguardia.

- De todos los chicos que me rodean, yo soy el más negro, pero también el más blanco.

Walter habla de su realidad económica, su pasado en el penal de Dolores (el sarcasmo en el nombre del establecimiento corre por cuenta de Dios), pero también su humilde transparencia y su sinceridad atroz. Su expresividad es genuina, no fabricada.


Esta es solo una fracción de la nota sobre Walter Ñoqui Lema y su banda, Placer, aparecida en el nuevo número de revista La Otra. En la misma, escribí unas líneas sobre el disco homónimo de la banda:

Placer – Listen or die records – 2006

13 cuentos de locura, escape y drogas. Con promedio de 3 minutos, los temas respetan la ecuación línea-puente-estribillo, ya que los Placer no buscan romper, más bien todo lo contrario, buscan sanar. 13 joyas pop que miran con anhelo hacia un mundo hermoso, de melodías perfectas y arreglos justos, desde un universo de pesadillas, sentimientos imperfectos y un constante desorden. Y la pasión con la que buscan aquella redención es protagonista en un álbum mucho más sentido que pensado. Se trasluce en la euforia al cantar, en punteos que buscan la gloria, en una leve pero constante distorsión, en melodías que intentan penetrarte la cabeza y llegar al corazón, y así trascender... Un repertorio sintético y efectivo, simple e intimista, donde conviven las gemas punk pop de los Buzzcocks con fraseos distorsionados a lo Lou Reed (che Lou, date un paseo por el lado salvaje... de Longchamps); o las baladas desoladoramente adictas de Luca Prodan, con alguna melodía espinetteana. No obstante, aunque la búsqueda vanguardista y la obsesión por sonar novedosos no sean los motores de Placer, éste no se trata de un disco hecho desde las influencias, sino por y para el corazón. Un disco para sentirse menos solo.

Artículo entero en revista La Otra
revistalaotra@yahoo.com.ar dirección: 4918-6173

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